Vivimos en un pueblo entre Córdoba y Sevilla, y en la confluencia del rio Genil con el Guadalquivir, que merece la pena vivirlo.
Además de poder disfrutar de la experiencia de la cerámica, también puedes ser feliz paseando por sus calles, por sus monumentos, por su casco histórico, por sus museos, por su entorno natural.
Un mar de naranjos nos rodea, donde el verde de sus árboles, el naranja de sus frutos, el aroma del azahar nos sumergen en un estado de paz y armonía.
Sin olvidarnos, por supuesto de la gastronomía variada y expléndida diseñada para los sentidos.
Visitanos ¡!